26 de marzo de 2011

Pasión

Inclinación o preferencia muy vivas de alguien hacia otra persona.

¿Alguna vez has sentido eso? O mejor dicho... ¿has creído sentirlo?
Durante años, yo misma he creído saber lo que significaba. 
Pero hasta esta tarde, no me he dado cuenta de lo que realmente era.

Un beso. Tan sólo un beso, de una pareja, en mitad del metro, ha sabido enseñarme mejor el significado de pasión que todas las películas, historias o canciones románticas que jamás haya presenciado.
Primero una caricia en la cara, mientras sus ojos paseaban libremente por los labios del otro. Lento, sin prisa, una se acercaba al otro. Y sus labios se juntaron. Suave, lento, con cariño, con dulzura, pero ardiente, tanto que hasta de lejos podías percibir como a cada segundo su piel se estremecía a penas unos milímetros. 
Al separarse, aunque hablaban o miraban el plano de metro, alguna parte de sus pieles estaba en contacto. Y si por algún motivo se separaban un milímetro, ambos buscaban desesperadamente al otro con la mirada.

Y así, inconscientes, han sabido demostrar lo que significa esta sencilla palabra de seis letras y dos sílabas, con un diptongo y acento en la o, a una desconocida cotilla que no pudo apartar los ojos ante aquella magnífica revelación. 

Veinte segundos después de que se bajaran del tren, una lágrima intoxicada de maquillaje negro decidió recorrer mi mejilla manchándola del color de la oscuridad. 
¿Alegría? No.           
¿Tristeza? Tss... tampoco.
Tan solo un poquito de añoranza. Moriña por esas caricias tuyas que me dabas. Por esa sensacion de saber que tu piel tampoco podía separarse ni un segundo de la mía. Por esos besos que tú también me enseñaste, pero no supe verlos a tiempo.

Te odio... te odio por hacer que cada centímetro de mi piel eche de menos tus labios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario