30 de marzo de 2011

Ella y sus quemaduras

El gemido que salió de sus labios apagó cualquier otro ruido existente en ese momento.
Ella apoyó su frente en la piel de aquel chico. Inspiró con fuerza.
"Sí... eso es... huele exactamente igual que siempre..." Sonrío para sus adentros.

Era increíble, después de tantos meses todo seguía igual.
La misma cortina manchada en el mismo sitio; la misma almohada con un agujero, quemadura de uno de sus muchos verdes que él solía tomar antes de quedarse dormido; la misma colección de botellines de cerveza encima de la mesita del salón, aun que con alguna que otra adquisición nueva; el mismo olor a pizza que provenía del restaurante italiano de la esquina; los mismos carteles de servicios unisex del baño; la misma sábana que compraron juntos...

Recorrió con la yema del dedo índice su pecho.
Su piel era cálida... quemaba.

Juntó sus labios a los de él.
Tan cálidos como siempre... bueno no, ahora más cálidos aún... quemaban.

Las sábanas acariciaban su cuerpo dibujando con exactitud su espalda.
Eran suaves y cariñosas, como el mejor de los abrazos; y cálidas... tanto que quemaban.

Ella se dejó caer sobre él, juntando sus cuerpos desnudos, abrazando su torso y acariciando su espalda. Un pequeño beso rosado estropeaba su perfecto hombro. Sería de la otra chica, la que hubo poco antes de que ella entrase en su habitación.

"No importa..." pensó ella. "Ahora soy yo la que se quema."

26 de marzo de 2011

Pasión

Inclinación o preferencia muy vivas de alguien hacia otra persona.

¿Alguna vez has sentido eso? O mejor dicho... ¿has creído sentirlo?
Durante años, yo misma he creído saber lo que significaba. 
Pero hasta esta tarde, no me he dado cuenta de lo que realmente era.

Un beso. Tan sólo un beso, de una pareja, en mitad del metro, ha sabido enseñarme mejor el significado de pasión que todas las películas, historias o canciones románticas que jamás haya presenciado.
Primero una caricia en la cara, mientras sus ojos paseaban libremente por los labios del otro. Lento, sin prisa, una se acercaba al otro. Y sus labios se juntaron. Suave, lento, con cariño, con dulzura, pero ardiente, tanto que hasta de lejos podías percibir como a cada segundo su piel se estremecía a penas unos milímetros. 
Al separarse, aunque hablaban o miraban el plano de metro, alguna parte de sus pieles estaba en contacto. Y si por algún motivo se separaban un milímetro, ambos buscaban desesperadamente al otro con la mirada.

Y así, inconscientes, han sabido demostrar lo que significa esta sencilla palabra de seis letras y dos sílabas, con un diptongo y acento en la o, a una desconocida cotilla que no pudo apartar los ojos ante aquella magnífica revelación. 

Veinte segundos después de que se bajaran del tren, una lágrima intoxicada de maquillaje negro decidió recorrer mi mejilla manchándola del color de la oscuridad. 
¿Alegría? No.           
¿Tristeza? Tss... tampoco.
Tan solo un poquito de añoranza. Moriña por esas caricias tuyas que me dabas. Por esa sensacion de saber que tu piel tampoco podía separarse ni un segundo de la mía. Por esos besos que tú también me enseñaste, pero no supe verlos a tiempo.

Te odio... te odio por hacer que cada centímetro de mi piel eche de menos tus labios.

19 de marzo de 2011

Inútil

¿Sabes cuando sientes que la persona a la que más quieres en este mundo necesita ayuda, y tú no puedes darsela? 
Simplemente, porque no sabes qué hacer. 
Nada, nada de lo que se te ocurre, podría marcar una diferencia en su estado de ánimo. 
¿Sabes lo mal que te sientes?

Como un trapo viejo y desgastado que ya no es usado. La gente lo mira, pero nadie se atreve ni a tocarlo.
Como una silla con una pata rota, y ninguno se atreve a sentarse en ella.
Como un libro maltratado y aburrido que ningún profesor quiere mandar leer a sus alumnos.
Como un juguete roto con el que ya nadie quiere jugar.

Júrame que siempre seré útil en tu vida. 
No quiero ser la muñeca de trapo con un ojo descosido que tienes al fondo del armario
Recipiente de dulces recuerdos.
Receptora de amargas miradas.