22 de enero de 2011

Ella y sus cartas

Ella mordisqueaba el boli, pensaba qué poner en la carta.
Una carta que iba dirigido a él, el chico de la foto de aquel otoño que había sido perfecto... perfecto gracias a él.
Hacia tanto que no hablaban...
¿Dos? ¿Tres meses? Había perdido la cuenta.
¿Qué le podía decir? Necesitaba volver a saber de él...
Necesitaba volver a ser importante en su vida.

Todo iba bien, las tristezas desaparecían poco a poco. Sonreía más, apenas suspiraba y sus lágrimas habían decidido no manchar más sus mejillas de porcelana blanca.
Pero... si las cosas marchaban... ¿por qué aún le extrañaba?
Algo en su interior reclamaba los brazos que una vez le pertenecieron.

Todo era un sueño.
Las cosas no iban bien.
Parecía que iban bien.

Pero ella sabía que eso no duraría, que las cosas empeorarían y todo se iría a la mierda...

Le necesitaba, a él, su pequeño colchón, algo a lo que aferrarse, algo que nunca la abandonaría.
Sus abrazos, sus caricias, sus susurros, sus movimientos, sus besos...

Abrió la hoja y escribió con grandes letras:

I need you.

Cerró el sobre y se tumbó en la cama a escuchar reggae alemán.

20 de enero de 2011

Relax

Me gusta pintarme las uñas de colores extravagantes y llamativos.
Me gusta mirarme la pupila cuando estoy enfrente de un espejo.
Me gusta ir por la calle como una loca sin preocupaciones.
Me gusta que los chistes más tontos sean los que más me hacen reír.
Me gusta mirar las cosas con cara de sorprendida, como si 
fuese 
la primera vez que las veo.
Me gusta andar segura de mí misma.
Me gusta abrazar la almohada cuando duermo.
Me gusta juguetear con un mechón de mi pelo mientras hablo 
con la gente que me pone nerviosa.
Me gusta meter las manos en los bolsillos cuando mantengo una conversación seria.
Me gusta mirar de reojo el lugar donde están todos mis peluches 
y suspirar con añoraza.
Me gusta embobarme mirando el exterior cuando estoy en clase.
Me gusta hacer playback en el metro mientras alguien me mira.
Me gusta recordar mis coreografías de baile en lugares públicos.
Me gusta hablar con mis amigos todos los días. Todos.
Me gusta recordar los momentos importantes cuando estoy a punto de meterme a la cama.
Me gusta mirar mis calcetines mientras hablo por teléfono.
Me gusta abrazar un cojín cuando veo la televisión.
Me gusta ir a la nevera, abrirla y volver a cerrarla sin coger nada.
Me gusta hablar con mi madre por sms estando ella en el asiento del copiloto del coche, y yo en el trasero.
Me gusta sentir que soy importante para alguien.
Me gusta cuando cruzo la mirada con una persona en el metro 
que llevaba tiempo mirándome.
Me gusta dar una vuelta y sonreír antes de salir por la puerta.
Me gusta entrar en la sala de baile y que todas me miren y me sonrían cuando me saludan.
Me gusta el olor de los pintauñas. Adoro el del quitaesmalte.
Me gusta cerrar los ojos cuando alguien me habla.
Me gusta hacerme muchas fotos y borrarlas todas después.
Me gusta acariciar mis labios con un dedo.
Me gusta contestar con sarcasmos.
Me gusta ser yo misma y que la gente me acepte así.
Me gusta que la gente me diga "Te echo de menos" 
cuando llevo tiempo sin verla. 
Pero sobre todo, me gustas tú.

Querer no siempre es poder

Como si mi cerebro fuese un simple ordenador, fui borrando todo recuerdo de ti.
Tu sonrisa desapareció.
Ya no recordaba el calor de tus abrazos ni lo agradables que resultaban tus palabras pronunciadas cerca de mi oreja.
Todo rastro de recuerdos de nuestras noches juntos, observando las noches estrelladas hasta que el amanecer iluminaba nuestras miradas quedó suprimido.
Conseguí olvidar por fin tus caricias, tus besos, tus te quiero... y tus para siempre.

...

El despertador sonó y una lágrima recorrió mi mejilla hasta el borde de la barbilla.

Una vez más, mi subconsciente me mostró tu sonrisa nada más despertar.